jueves, 21 de diciembre de 2006

La desmenemización del fútbol

Es difícil rastrear antecedentes de una mayoría tan abrumadora festejando el resultado de un campeonato de fútbol local. Mucho más complicada es la tarea si el campeón es un equipo de raíz popular en una ciudad importante, pero con pocos hinchas fuera de su localidad.
Será tarea esforzada buscar esas huellas, pero como no me especializo en ese área sólo cito la particularidad: la alianza tácita conformada entre hinchas de todos los clubes contra los de Boca Juniors, redundó en que la histórica victoria de Estudiantes de La Plata terminara siendo un espectáculo con mayorías alegres.

-¿Así que perdieron? –me dijo con cierto tono irónico mi compañera de radio.
Ella reconoce que es analfabeta futbolera y que carga con todos los prejuicios posibles respecto del fútbol. Conoce su parte más desagradable, esa que saca lo peor de sus protagonistas, pero intuye que hay una porción que se está perdiendo y es sabrosa.
También está enterada de mi matrimonio con Boca (con carné incluido) y del amor de amante que tengo con Atlanta. Por eso sintió la obligación de intentar bromearme el mismo miércoles, apenas finalizado el partido, antes de nuestro programa de radio.
-Al contrario, estoy contento. Quizás esté comenzando el proceso de desmenemización del fútbol –le respondí antes de alejarme hacia otra habitación con el paso del que ha sentenciado para la historia.
Sólo unos minutos después, desprovista de la dosis de ironía que había gastado en su intento anterior, se acercó para preguntarme: “¿me explicás lo del proceso de desmenemización?”. Entonces comienzo a contarle mi teoría.

Durante el principado del perverso de La Rioja (la involuntaria Transilvania criolla), el fútbol, por supuesto, no escapó de sus colmillos afilados. Como ya desarrollamos en otra columna, la sociedad futbolera llevó al extremo la práctica del neoliberalismo. Así, tomando como segmento de análisis desde 1990 hasta el clausura de este año, Boca y River, los más ricos, se llevaron el 75% de los campeonatos, mientras que el resto se repartió sin equidades entre seis equipos. Los demás vivieron en la pobreza absoluta, sin la más mínima chance de sacar a flote al menos la cabeza.
La rareza consiste en que esta vez el fútbol no acompaña al proceso político-social, como también desarrollamos en aquella nota. En ese contexto, se podría entender el triunfo del equipo de Simeone como parte del pequeño trozo de torta que les tocó a los más chicos durante el principado. Sin embargo, existen algún elementos que signifiquen, unidos tal vez por la necesidad de sentir esperanza, que la victoria pincha podría no ser un hecho aislado, sino una pieza importante de la tardía desmenemización futbolera. Hago lugar aquí para la enumeración de esos elementos:
1- Televisión Registrada ha difundido recientemente, en un par de ocasiones, un video en el que Boca da la vuelta olímpica en el estadio de River, ante el aplauso de los hinchas millonarios. Creo que es de 1969. Una imagen que los de nuestra generación jamás habíamos podido ver y mucho menos permitirnos pensar. El miércoles, los hinchas boquenses aplaudieron el paso de los jugadores pinchas a puro aplauso, con una hidalguía en la derrota que el club más menemista de todos no suele tener (el rótulo no es caprichoso: es el equipo que le roba los jugadores de inferiores a los más pobres y se jacta de tener un plan a futuro; el que si no sos socio no tenés derecho a sacar una entrada, pero tampoco dejan que te asocies; el club que institucionalizó la idea que si no poseés millones en tus cuentas no podés ser dirigente; el del presidente que es rico porque su papá se cansó de hacer fabulosos negocios con el Estado. Si todo eso no es menemismo puro...).
Vale entonces reconocer la importancia que cobra ahora que el programa del dúo asquenazí Wainraich/Schultz haya desempolvado aquellas imágenes en blanco y negro, pero llenas de colores que debemos recuperar.
2- Se sostiene que acabamos de presenciar el torneo más escandaloso de todos. No creo que sea así. En todo caso, lo que se modificó fue la tolerancia. Corrimos nuestro límite hacia niveles mucho más aceptables, aunque todavía indignos. No fue la primera vez que un plantel sufrió amenazas de su barra brava y luego las negó. Tampoco fue inaugural la entrega de puntos que le hizo Gimnasia a Boca. Ni el festejo probablemente incentivado de los jugadores de Lanús en la Bombonera, como si hubieran ganado el campeonato. Nada de eso ha sido algo a lo que no estuviéramos acostumbrados. Pero sí debemos cortar las cintas de un nuevo comportamiento: nos estamos permitiendo pensar que esto puede ser mejor. Sobre todo si los que hacemos algo para eso somos cada uno de nosotros, desde el lugar que podamos.
3- Lejos de lo que pudiera pensarse, esta final gloriosa del fútbol argentino no alcanza para limpiar la imagen del jerarca (ya es momento de remplazar la r por la g) de la AFA, Julio Grondona. La sociedad futbolera lo ha condenado de manera irreversible. Sólo falta que se anime a gritarlo en cada tribuna, en toda oportunidad, a modo de presión constante. Así como fue importante que desde el ’82 se oyera permanentemente en los estadios el “se va a acabar/se va a acabar/la dictadura militar”, para que el poder comprendiera que el miedo estaba en retirada, un remix del “Grondona/hijo de puta/la puta que te parió” continuo, contribuiría a tomar nota de ese cansancio que se evidencia pero pocas veces se expresa en conjunto.
Estos y otros elementos menores, me animan a pensar que el proceso de desmenemización del fútbol está en marcha, aunque camine a paso de tortuga fumada. Como con el país, aún es temprano para saber si lo que estamos construyendo es algo apenas mejor o muy diferente.

Ella escuchó con atención mi teoría. Ojalá se haya quedado pensando que el fútbol, además de ser la herramienta de distracción más grande a disposición del poder, también es el juego asociado más perfecto que el ser humano ha creado. Y que en él suelen jugarse otras cosas, además de patear la pelota.

Fernando Tebele

7 comentarios:

Mariano Man dijo...

Buena nota Tebele.
Saludos desde Tel Aviv.

Mariano

La Retaguardia dijo...

Mariano: tarde, porque recién estoy tomándole la mano a este asunto, te agradezco la opinión y los saludos. Aprovecho para recomendarle a nuestros lectores que hagan click en tu nombre para llegar a tu blog, que me pareció interesante.

saludos.
Tebele

Anónimo dijo...

Sr. Fernando Tebele:
Leo con avidez su columna en Sentimiento Bohemio, muchas veces comparto sus opiniones y otras tantas no, pero debo reconocer que usted escribe con claridad, precisión y amenidad. Con motivo de su último artículo sobre "desmenemización" del fútbol,quiero decirle dos cosas:

1. Estoy totalmente de acuerdo con la caractarización que usted hace de Menem y su gobierno, así como su influencia en otras esferas aparte de la política (el fútbol por ejemplo). Desde ya que el neoliberalismo es una lógica del capitalismo tardío que va más allá de lo meramente político o económico: Marx ya había dicho que "el capitalismo lo infecta todo".

2.Sin embargo, compartiendo su repulsión por ese individuo llamado Menem, debo advertirle que otros quienes se dicen anti-menemistas o portadores de nuevos valores hacen "menemismo sin Menem". Usted claramente alude al dirigente mafioso de la AFA Dr. Julio Grondona y al oligarca Macri (con perdón de la palabra). Pero yo iré más allá,y no sé si usted coincidirá conmigo, me refiero nada más y nada menos que a nuestro presidente (yo no lo voté, aunque lo hubiera hecho en segunda vuelta) Néstor Kirchner. He leído la biografía de este dictadorzuelo de la Patagonia y he sabido que creció al amparo de Menem siendo obsecuente como pocos para pasar a denostarlo sólo por haberle ganado una batalla. El gobierno de Kirchner es tan neoliberal y corrupto como el de nuestro odiado Menem, sólo que tiene mejor prensa. Es decir, el menemismo se fue para quedarse, o bien, Menem está muerto politicamente pero su forma de hacer política, sus prácticas prebendarias, clientelistas y corruptas viven en sus sucesores (Kirchner, su mujer,Alberto Fernández, Aníbal F, De Vido, De la Sota, etc.) y siguen siendo neoliberales sólo que maquillados. Lamento que haya gente esperanzada en un cambio de rumbo con esta gente, eso sí, de acá en adelante la culpa deja de ser de Menem, él ya hizo demasiado mal pero en el futuro los responsables serán /seremos otros.

No sé si usted acordará conmigo, me gustaría conteste la misiva de este bohemio radicado en Mar del Plata hace ya 15 años.

Amílcar Pablo Gurovich

La Retaguardia dijo...

Amilcar: agradezco los elogios, sobre todo porque están hechos desde el lugar de no coincidir siempre con lo que uno opina. Tus palabras cobran mucho más valor entonces.
Acerca de Kirchner, yo no diría que sea menemismo sin Menem, más bien me inclino a pensar que, proviniendo también desde la vieja política, el presidente tiende a arrasar con la construcción menemista, destruyéndola, pero en muchos de esos campos arrasados esparce semillas que parecen germinar el mismo árbol; aun así, aunque parezca que entro en contradicción, esto no es menemismo. La elección que K hace de sus compañeros de construcción señala muchas veces que tenés razón (ya comenté, por citar un caso, que la inclinación a favor de la CGT y no de la CTA en el modelo sindical es un ejemplo irrefutable de eso).
Sin embargo, algunos hechos de esta gestión marcan diferencias. Otra discusión sería establecer si esto sucede por convicción presidencial hacia un cambio radical o a que venimos de un proceso especial, como es el de 2001.
Si tomamos por caso a la Asamblea de Gualeguaychú, uno podría decir seguro de acertar en la predicción, que Menem ya los hubiera corrido de la ruta a palazos; Kirchner no lo hizo (al menos por ahora). Se puede pensar que por principios, pero también sería presumible que sea así porque le teme a las movilizaciones; no las ignora, las escucha. Si en el plebiscito de Misiones se jugó por la reelección indefinida de Rovira (esa que él mismo tiene aún en su Santa Cruz feudal), también es cierto que luego del resultado tiró el volantazo. Y hay que reconocerle esa muñeca.
Tenemos un presidente que, si lo dejáramos construir a su antojo, modelaría algo bastante parecido al menemismo, pero también creo que entiende los límites que la población ocasionalmente le marca para que no utilice los mismos ladrillos. El problema mayor es que ellos siguen teniendo las herramientas en sus manos y un arquitecto acostumbrado a erigir torres, cuando tira una, construye otra parecida, salvo que los habitantes le indiquen que quieren que sus casas sean diferentes, de otro estilo.
Ingenuidad tal vez, pero yo sigo pensando que esto depende de nosotros mucho más de lo que suponemos. En el 2002 nos asustamos de tanto poder y lo entregamos nuevamente.
Quizá la mayor parte de nuestra sociedad quiera volver a construir una de esas torres desagradables en las que muchos se quedan afuera, pero otros viven muy bien. Intentemos que no.

Un abrazo para vos y otro para esa ciudad maravillosa.

Fernando Tebele

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo con Amilcar Gurovich. Fernando, respecto a tu opinión me parece bienintencionada pero equivocada.

Kirchner es igual que Menem, sólo cuida un poco más la imagen, nada más.

La Retaguardia dijo...

Javier: gracias por comentar.
También acuerdo en parte con lo que dice Amílcar. Cuando él aporta sus ejemplos de por qué cree que Menem y Kirchner son iguales, cita ítems en los que coincido; pero me parece que no todos los procesos son iguales y que hay que reconocer los matices, no para decir "como esto es mejor que aquello apuesto por acá", sino para pensar mejor qué se puede intentar construir mientras tanto.
Para no repetirme, los invito a pasar por la tapa del blog. Allí, a la derecha (si me permiten, por única vez, invitarlos a ir hacia la derecha) Eugenia puso unos pedacitos de radio que nos representan. La última cita es de Horacio Tarcus, que hoy es uno de los que está a cargo de la Biblioteca Nacional. Creo que sus palabras ayudan a explicar a qué me refiero cuando digo que no todo es igual, aunque se parezca.
Abrazo.
Tebele
PD: sería interesante que se sumara Euge al debate. Porque La retaguardia no soy yo solo y ella es la que mejor piensa.

Anónimo dijo...

para mí Menem y Kirchner no son iguales. Kirchner está encabezando un proceso de cambio fundacional en nuestro país. Menem representa todo lo superado (el neoliberalismo y la oligarquía en el poder). Amílcar sólo mira la realidad con un solo ojo y se fija en lo superficial.